miércoles, 11 de julio de 2012

Revolución Pingüina.

Han pasado cinco años desde que se produjo la llamada “revolución pingüina”, uno de los actos de protesta estudiantil más grandes de nuestra historia.  ¿Qué posibilidades hay de que vuelva a ocurrir? Esta pregunta, más otras relacionadas con los cambios que esta “revolución” pudo haber ocasionado en la educación chilena.

En mayo de este año se cumplen cinco años de la llamada revolución pingüina. Alrededor de cien mil estudiantes de más de cien colegios del país se encontraban en movilizaciones el viernes 26 de mayo, antes del paro nacional de estudiantes convocado para el 30 del mismo mes. El número de personas comprometidas en la movilización hizo que este movimiento se convirtiera en uno de los actos de protesta estudiantil más grandes de nuestra historia.
El movimiento comenzó en abril de 2006, a raíz de un anuncio de alza en el cobro de la Prueba de Selección Universitaria PSU y de algunas restricciones en el uso del pase escolar para el Transantiago. Tras una marcha convocada por algunos colegios, la protesta se transformó en un movimiento organizado con demandas específicas.
Entre las demandas que los estudiantes exigían las más importantes eran: la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE); el fin de la municipalización de la enseñanza; la reformulación de la Jornada Escolar Completa (JEC); y la gratuidad de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y del pase escolar. Otras medidas de menor relevancia eran lograr una tarifa escolar gratuita en el transporte escolar para la educación media y la derogación del Decreto Supremo 524 del 10 de Abril de 1990, que regula a los Centros de Alumnos.


Al cabo de algunas semanas los establecimientos movilizados eran los llamados emblemáticos de la educación pública nacional: el Liceo de Aplicación, Instituto Nacional, Liceo A-13 Confederación Suiza, Liceo Carmela Carvajal de Prat, entre otros. En total, más de 15 colegios se plegaron a paros de actividades o tomas de colegios, y en muchas ocasiones los padres y profesores apoyaron abiertamente las medidas adoptadas por los alumnos. Hacia fines de mayo, como ya está dicho, la revolución había adquirido carácter nacional y más de un centenar de colegios —incluidos particulares subvencionados y particulares pagados— apoyaban el movimiento, parando las clases u ocupando las instalaciones donde funcionaban.
Transcurrido cinco años de ocurrida esta revolución, los cambios que pudo haber ocasionado y la posibilidad de que nuevas manifestaciones de ese tipo vuelvan a ocurrir en Chile, parece que el efecto de las medidas tomadas con posterioridad a la revolución pingüina, no han sido lo suficientemente conocidas por toda la ciudadanía. Muchas personas afirman que el movimiento no cambió en nada la realidad de la educación en Chile en términos económicos, pero al mismo tiempo, le asigna gran importancia a medidas efectivamente tomadas, como es la gratuidad de la PSU y la conciencia tomada por la mayoría de la ciudadanía con respecto a nuestra educación.
vocera emblemática del movimiento: María Jesús.

Debate público educacional suele tener un alto contenido ideológico, sin que ello, necesariamente, se vea reflejado en la práctica. En efecto, aunque las posiciones y opiniones que suelen imperar en la opinión pública están fuertemente influenciadas de los principales líderes de opinión, la gente suele actuar de manera independiente. Así por ejemplo, la movilización pingüina —apoyada por la mayoría de la población— pretendía reivindicar los beneficios de la educación pública, sin embargo, en los hechos la gente prefiere la educación privada. 








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